Hay veces que los conflictos por el paso del tiempo terminan olvidándose. El conflicto de Palestina lleva muchos años con la invasión de Israel, y el continuo ASESINATO de palestinas y palestinos.
Palestinos y palestinas traspasaron la frontera de Israel para movilizarse en conmemoración del 63 aniversario del Día de la Nakba, con más de 16 personas muertas: diez muertos en la frontera con Siria, cinco en la frontera con Líbano y uno en Gaza y 80 heridas y se desataron incidentes en otras zonas.
El pueblo palestino recuerda hoy los 63 años pasados desde la expulsión de cerca de 700.000 palestinos de sus casas en 1948 tras la creación del Estado de Israel. Hablamos de los Altos del Golán donde miles de manifestantes cruzaron desde Siria la divisoria con la Meseta del Golán, ocupada por Israel desde 1967.
En estas seis décadas su descendencia ha aumentado el número de refugiados palestinos a 4,8 millones, según la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA, de los que 1,4 millones viven en campos de refugiados superpoblados de Siria, Líbano, Jordania y el resto de la región.
Uno de los grandes errores actuales es que se ha reducido el conflicto palestino-israelí a un tema de tierras, cuando lo que se encuentra en juego es mucho más que eso. La destrucción de una sociedad es un genocidio, y eso no se termina entregando un porcentaje más o uno menos de Cisjordania o Gaza. Israel debe entender que su lucha es inviable porque a los palestinos ya no nos hicieron desaparecer. En ese sentido, las desafortunadas frases históricas del sionismo como “está claro que no hay sitio para ambos pueblos” (Joseph Weitz, 1940); “¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a quien devolvérselos. No hay tal cosa llamada palestinos” (Golda Meier, 1969); “Dejen que yo haga el trabajo sucio; dejen que con mi cañón y mi napalm quite a los indios las ganas de arrancar las cabelleras de nuestros hijos” (Ariel Sharon, 1982); o “Hay que causar daño a las familias de los terroristas y no sólo a sus casas: ofrecer un premio en dinero para quienes brinden información y enterrarlos envueltos en piel de cerdo o con sangre de cerdo, para volverlos impuros” (Guideon Ezra, 2001) son sólo parte de una retórica fallida.
“Ve y llévate el ultimo pedazo de mi tierra,
Abandona mi cuerpo joven en mazmorras,
Saquea mi herencia,
Quema mis libros,
Alimenta tus perros con mis peces,
Ve y esparce tu red de espanto
Sobre los techos de mi aldea,
Enemigo del hombre,
No habrá tregua
Y habré de pelear hasta el fin,
Así apagues tus fuegos en mis ojos,
Así me llenes de angustia,
Así falsifiques mis monedas,
O cortes de raíz la sonrisa de mis hijos,
Así levantes mil paredes,
Y clavetees mis ojos humillados,
Enemigo del hombre,
No habrá tregua
Y habré de pelear hasta el fin”
Samih Al Qasem
Texto extraido del 15 de Mayo de 1948: Al-Nakba, la catástrofe palestina
“Matar a un hombre es un crimen, acabar con todo un pueblo, es un asunto a discutir…”
Ibrahim Tuqam, poeta palestino (1905-1941)
Texto extraido del El desalojo sionista de Palestina